Los garbanzos con piel tienen una textura ligeramente más firme y pueden tardar un poco más en cocinarse.
El garbanzo con piel es muy utilizado en la cocina mediterránea y en platos como el hummus, falafel, ensaladas y guisos. Al mantener la piel, los garbanzos retienen mejor su forma y consistencia durante la cocción, lo que puede ser preferible en ciertos platillos.
Además, la piel del garbanzo también contiene fibra y nutrientes adicionales, por lo que al consumirlos con piel, se obtienen beneficios nutricionales extras.